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viernes, 2 de julio de 2010

Una sonrisa en la penumbra, una mano furtiva




un placer inesperado





un mordisco, un suspiro y un deseo infinito de seguir soñando


y haciendo el amor.
Después, la noche. Una noche oscura. Una noche profunda. Una noche inmóvil y sólida. Una noche suspendida. Una noche que parece no transcurrir nunca.

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