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miércoles, 8 de septiembre de 2010

A mi almohada. Yo... le echo de menos. Nadie diría que le extraño con cada poro de mi alma, pero ya ves, lo hago cada día y a cada minuto. Siempre me pregunto si él lo sabrá, y su mirada incauta me responde enseguida. A veces pienso que él también se acuerda de mí; y bueno, que también me echa de menos, aunque ahora el pasado se haya quedado podrido entre las esquinas del reloj. Si es que lo pienso y no me lo creo, ¡con lo que nosotros fuimos! Pero entonces enseguida recuerdo que el tiempo ni espera ni perdona, y a nosotros menos, que nunca tuvimos nada de nuestra parte. Quizá por eso ocurrió, por lo reacios que éramos los dos a hacer lo que se esperaba de nosotros. O tal vez porque nos queríamos y punto. Y eso es fuerte, aunque el tiempo y compañía lo son más.

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