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miércoles, 1 de septiembre de 2010

No le dio tiempo a Cupido a tensar el arco, no hizo falta disparar. Ya nos habíamos enamorado. Tú de mi inseguridad y yo de todo.
Me dijiste “si no corremos pasará de largo todo esto y hoy tienes que poner a mi nombre todos los besos que te quedan”. Me quedé helado, agarraste mi mano y condujiste mi coche hasta tu casa. Hubo confeti en el ascensor. Nos dimos tantos besos que tuvimos que darle la vuelta a la piel cuando no quedaba un centímetro sin besar. La ropa interior dejó de esconder las cosas que más se quieren ver...Esa noche pasaron cosas que no caben en ningún poema.

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