Lo más probable es que hubieran decido quedar, para reencontrarse, tal vez en alguna cafetería, aunque en el fondo los dos se morían de ganas de ir a su banco. En algún momento ella le habría llamado Toño, y él no habría podido evitar sonreír porque ya nadie le llamaba así. Debido a la nueva valentía de ella, por primera vez en su vida, habría sido capaz de confesarle que no huyó de él, sino de sus propios sentimientos, que salió corriendo al darse cuenta de que se estaba enamorando de él. Y entonces él, le habría agarrado de la barbilla y le habría dado el beso que lleva una década esperando.

Pero, si ella fuera más valiente no habría salido corriendo hace diez años. No, ella no es valiente, y tampoco sabe que él la quiere, así que no llama, se queda ahí, tirada en la cama, mirando al techo y pensando en él, con el cenicero cada vez más a rebosar de colillas.

No hay comentarios:
Publicar un comentario